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Cinema Paradiso (1988)

Hay películas que no solo se ven, sino que se sienten. Cinema Paradiso pertenece a esa categoría especial que parece hablarnos directamente al corazón. Dirigida por Giuseppe Tornatore, esta joya italiana cuenta la historia de Salvatore, un niño de un pequeño pueblo siciliano que descubre el cine como quien descubre la magia. Su vínculo con Alfredo, el proyeccionista del cine local, se convierte en una relación casi paterna que marcará su vida para siempre.

A través de los años, vemos cómo el cine se convierte en su refugio, su escuela y su manera de entender el mundo. Tornatore logra que el espectador sienta la misma fascinación infantil frente a una pantalla grande, mientras Ennio Morricone pone el toque de emoción con una de las bandas sonoras más bellas jamás compuestas.

La película es también una mirada nostálgica a una época en la que ir al cine era un ritual: la sala llena, el murmullo del público, el haz de luz que cortaba la oscuridad. Es un homenaje a los recuerdos, a la infancia y a las historias que nos acompañan toda la vida.

El corte original de Cinema Paradiso duraba casi tres horas y tenía un tono más melancólico. Años después, se lanzó la “versión del director”, que reveló un final distinto y más profundo, dejando a los fans divididos entre la nostalgia y la verdad.