Antes de Spotify, los casetes y hasta los discos de vinilo, alguien tuvo la loca idea de atrapar la voz en un aparato. Fue en 1860 cuando Édouard-Léon Scott inventó el fonoautógrafo, un artefacto que grababa vibraciones en un papel cubierto de hollín. Lo curioso es que no se podía reproducir, ¡solo se veía! Era como dibujar el sonido.

Más de un siglo después, en 2008, un grupo de investigadores logró digitalizar esas marcas y darle “play” a la primera canción registrada: una interpretación de “Au clair de la lune”, una melodía francesa muy sencilla. No suena perfecto —de hecho, parece un fantasma cantando bajo el agua—, pero tiene un valor histórico enorme: es la prueba de que el hombre buscaba guardar la música mucho antes de que se inventara el gramófono.

Ese experimento abrió paso a toda la industria musical que hoy conocemos: discos, casetes, CDs, MP3… y finalmente, las plataformas digitales. Todo comenzó con un rastro de hollín en papel.

👉 Dato curioso:

Aunque Thomas Edison es más famoso por el fonógrafo (1877), la primera voz atrapada pertenece a Scott. Así que, en cierto modo, le debemos Spotify a un dibujo de hollín.