En este capítulo viajamos a esos lugares que marcaron nuestra niñez: la calle donde jugábamos hasta que oscurecía, la tiendita donde gastábamos las monedas en dulces, el parque donde los amigos se volvían familia y hasta la casa de ese vecino que siempre tenía las mejores historias. Lugares sencillos, pero llenos de vida, que hoy existen solo como recuerdos cálidos.
Hablamos de cómo esos espacios, aunque hayan cambiado o desaparecido, siguen guardando momentos que forman parte de quienes somos. Porque a veces, para sentirnos en casa, solo basta volver a esos rincones de nuestra infancia… aunque sea con la memoria.