
Guillermo del Toro: “Frankenstein es, en el fondo, un homenaje a mi padre”
De niño quiso ser distinto a su progenitor; décadas después, reconoce que la historia lo devolvió a él mismo, convirtiendo su versión del clásico en una exploración emocional del vínculo paterno.

Guillermo del Toro en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF)
En el marco del Festival de Cine de Venecia, Guillermo del Toro presentó su esperada adaptación de Frankenstein, un proyecto largamente acariciado y finalmente convertido en realidad gracias al apoyo de Netflix. Más allá de lo visualmente cautivador, el director reveló que esta versión es profundamente personal y, sobre todo, un homenaje a su padre.
Conmovido, Del Toro admitió en rueda de prensa:
“Esta es una historia sobre cómo, cuando era joven me dije: ‘voy a ser un hombre muy diferente a mi padre’. Y a los 40 y pico me miré al espejo y… allí estaba mi padre. Eso le pasa a todo el mundo, ¿sabes? o al menos a mucha gente”.
Este reconocimiento personal se suma a su visión sobre la obra de Mary Shelley. Del Toro no la concibe como una película de terror, sino como una potente y emotiva historia sobre la relación padre-hijo, el perdón y la creación. En Cannes ya había declarado:
“Estoy haciendo una pregunta sobre lo qué es ser un padre, un hijo… No estoy haciendo una película de terror”.
La recepción en Venecia fue impactante: el filme fue ovacionado durante 13 minutos tras su estreno mundial.
Tal entusiasmo no sorprende. Fotografía, vestuario, maquillaje —inspirado en el arte japonés del kintsugi, que celebra la belleza de lo quebrado— y una narrativa que privilegia la humanidad y lo emocional, refuerzan “el Frankenstein más bello”, como algunos medios lo han descrito.
En resumen, esta versión de Frankenstein propone una fábula gótica cargada de vida, una exploración interna sobre el legado paterno que Del Toro transforma en arte y cinema de autor.

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