La “Leona Dormida” no se contuvo: tras el clip que compartió Ari Borovoy desde su podcast, en el que comparaba a artistas “que cuando llegan arriba te ‘cagan’ encima” como si fueran palomas, Lupita D’Alessio reaccionó públicamente con indignación y desarmó su declaración con toda la fuerza de 55 años de carrera. “Yo no soy ninguna paloma, ni hago popó en ninguna parte. Agradezco lo que hicieron, pero mi talento es de Dios. Ya me llegó el tiempo de dejar de trabajar… no le pertenezco a nadie más que a Dios”.

En un video colgado en sus redes, la cantante recordó que la relación con Bobo Producciones —empresa de los hermanos Borovoy— comenzó en 2020 con buena comunicación, pero se deterioró después de que ella anunció su retiro. “La relación fue horrible; lloré mucho, sufrí… me dieron la espalda justo cuando más los necesitaba”, confesó, y acusó que tras su anuncio, la producción de sus conciertos fue reducida, especialmente en giras fuera de grandes recintos como el Auditorio Nacional o la Arena Ciudad de México.

La controversia reavivó días después de que en junio ya había evidenciado problemas de logística y faltas de respeto en un concierto en Xalapa, aunque después se retractó, atribuyendo su reclamo a frustración y falta de comunicación. En esta ocasión, sin embargo, reafirmó su autonomía: “No soy esclava de nadie: fui esclava de adicciones, y ahora soy libre”, sentenció.

A pesar del enojo, Lupita recordó momentos de apoyo por parte de la productora: “Cuando sufrí con la bronquitis después de volar de Cancún a CDMX, me asignaron un avión privado”, mutando entre crítica y agradecimiento. La relación laboral aún no termina: ambas partes tienen un concierto pactado el 30 de agosto en el Palenque de Villahermosa, Tabasco, lo que deja la puerta abierta para un desenlace incierto.